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miércoles, 13 de junio de 2012

He aprendido a convertir la miel en café y no al revés. No me preguntes cómo lo hice porque probablemente no sabré responderte. 
Lo que sí me gustaría contarte es que una vez le entregué una pequeña pieza de mí a alguien que no lo merecía. Cuando le pedía miel, él me daba café. Quizás me haya acostumbrado a un perfecto sabor amargo que habría que compensarlo con toneladas de miel.
Y ahora mi pregunta es...¿tienes tú tanta miel?.

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