Lo que sí me gustaría contarte es que una vez le entregué una pequeña pieza de mí a alguien que no lo merecía. Cuando le pedía miel, él me daba café. Quizás me haya acostumbrado a un perfecto sabor amargo que habría que compensarlo con toneladas de miel.
Y ahora mi pregunta es...¿tienes tú tanta miel?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario