happy

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domingo, 3 de julio de 2011


Por fin,él le hizo la señal esperada durante toda la noche y como no, cómplices sonrisas protagonizaron áquel cruze de miradas. Ella deslizó la servilleta blanca por la comisura de sus labios, observando  tímidamente a su alrededor, se levantó dirigiéndose hacia el baño del restaurante.Un camino lleno de ilusión, 16 baldodas contadas desde su silla, tuvo que andar para llegar a ese momento. Sin aún saber que en los próximos minutos estaría inmersa en una pasión sin límites, en el que para él el borde de su vestido sera sólo una marca que no fijaba nada. Nada.
Y así sin límites, ni metas, sobraba tela, mucha tela.
Desnudos dos cuerpos hambrientos, gritando su comida en silencio.

(...)

Sin más... ¡QUÉ APROVECHE!