No era como las demás, creéme. Era única. Una oveja negra entre tropecientas blancas.
Y no por eso, valía menos todo lo contrario, valía más que todo el oro existente en el mundo. Así que imaginese usted, lo valiosa que era.
Una cosa le digo... si tiene el placer de conocerla, le advierto que no dejara de mirar su boca. Una boca que sabe dios cuántas personas matarían por besarla. Y unos dientes que alumbran oscuros caminos. Dese cuenta que siempre ríe. Fijese que no tiene rayas en sus labios. Y luego dígame. Dígame lo hermosa que es.
Me voy de viaje, sin maletas llenas de ropa, sin dinero, sin zapatos, sin fotos, ni recuerdos. A este viaje hay que ir con lo puesto, o desnuda, con un pintalabios rojo y con tu perfume favorito. Recorreré todos los rincones, hasta los más escondidos. Me quedaré donde más agusto me encuentre, durante horas. Subiré a lo más alto y luego a lo más bajo. De Norte a Sur y de Este a Oeste. No quiero perderme ni un sólo detalle de este viaje.
Rumbo a tu cuerpo.
